ESPAÑA 1872: UN MANICOMIO NACIONAL

Ficha técnica:
- Título: Manicomio Nacional.
- Texto: «¿Quién me libra, ¿quién me saca de este infierno, por piedad?»
- Lugar y fecha de publicación: Revista «La Flaca». Tomo II. Número 43. Barcelona, 13 de diciembre de 1872.
- Fuente: Biblioteca de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura y Deporte.
Podemos ver una representación satírica, pero muy real, de la locura que supuso el reinado de Amadeo de Saboya: un auténtico manicomio. La imagen es un fiel reflejo de las desventuras que sufrió este efímero rey, elegido por el Congreso de los Diputados bajo el padrinazgo del general Prim el 16 de noviembre de 1870[i] con el apoyo de 191 votos. Sustituía a Isabel II, expulsada de España tras la Revolución gloriosa y era la opción «menos mala» que se había encontrado tras barajar un buen número de candidatos.
Sin embargo, su corto reinado, abdicó y se marchó de España el 11 de noviembre de 1872[ii], estuvo marcado por el rechazo e incluso la burla.
En su llegada fue ninguneado por la alta aristocracia, e incluso sus damas tramaron pequeñas conjuras para burlarse de la reina. En determinadas publicaciones le escarnecían con poemas satíricos en los que le llamaban apelativos como saltarín, mamón, tuerto, maldito, taimado y engañador, cerote y mono[iii]. Incluso se llegó al atrevimiento de representar obras teatrales en lugares tan públicos como el parque del Retiro de Madrid, en que le hacían protagonista de la obra «El príncipe Lila» con el nombre de Macarroni I[iv].
Su hartazgo llegó al límite cuando el Gobierno inició una reforma tajante del cuerpo militar de Artillería ante la indisciplina de la mayoría de sus oficiales, sin que se contara con él a pesar de su voluntad de mediar en el conflicto.
En esta imagen, tan detallada y compleja, se refleja el ambiente «de locos» que tuvo que soportar el bueno de Amadeo, una buena persona, decidido, honrado y valiente, y acompañado de una esposa equilibrada e inteligente. Porque, además del desprecio y del ninguneo expuesto anteriormente, se encontró con una España dividida, desordenada y frenética.
En la imagen, publicada apenas dos meses antes de su renuncia al trono, se observa el ambiente caótico del reino y se pone en su boca la frase «¿Quién me libra, ¿quién me saca de este infierno, por piedad?». Su hartura era tanta que se dice que al abandonar España dijo: «Parece que vuelvo de un viaje a la Luna».
Amadeo, se lleva desesperado las manos a la cabeza, sentado en un retrete (para mayor escarnio de su imagen) en el que aparece el número 191, el de los diputados que votaron su candidatura. El retrete es llevado en andas por algunos de los personajes políticos relevantes del momento: Ruiz Zorrilla, en camisón sostiene a duras penas al rey. Junto a él y sosteniendo otra pata se adivina al que parece Salustiano Olózaga, presidente de la comisión que redactó la constitución de 1869.
En primer plano se observa a Práxedes Mateo Sagasta en actitud de pegarse un tiro en la cabeza y con una bolsa en que se puede leer «2.000.000», en clara referencia a la desaparición de dos millones de reales sustraídos de la Caja de Ultramar, de la que fue acusado y le apartó de la política durante un corto tiempo.
Otros personajes son un cura trabucaire que enarbola un estandarte con el lema carlista «Dios, Patria y Rey», en alusión a la Tercera Guerra Carlista iniciada en abril de 1872. Sobre el brazo del cura se aprecia un hombre con boina (carlista) y una calavera.
A la derecha, un soldado porta un gran sable en el que se puede leer «Insurrección federal» y que parece llevar una bomba en la barriga. Representa a la constante rebelión violenta del republicanismo que no dejaba de porfiar desde la expulsión de Isabel II y que conseguirá imponerse brevemente entre 1872 y 1873. Junto al soldado puede verse a un obrero catalán (por la barretina que cubre su cabeza), con un cuchillo y una lata de petróleo. Sobre ambos se encuentra una bandera en la que está escrito «República Federal».
Otro personaje que se significa es el de un uniformado con nariz postiza bajo una bandera en la que leemos: «Viva Alfonso». Debe tratarse de Antonio Cánovas del Castillo, defensor de la candidatura del hijo de Isabel II, Alfonso XII, en aquel momento exiliado junto a su madre.

Amadeo I de España en el
Palacio de Cervelló (Valencia)
Y, para completar el cuadro, tras Amadeo se puede ver una cabeza con un gran parecido al duque de Montpensier, e incluso parece leerse «¡Viva Montpensier!», el odiado e intrigante personaje que disputó el trono a Amadeo y que nunca se conformó con su derrota.
En suma, un cuadro que refleja la burla, el caos y la oposición a Amadeo de republicanos, carlistas y alfonsinos, así como las intrigas de Montpensier. Demasiados problemas para un hombre honrado que marchándose de España vivió una vida tranquila y regalada.

Luis Orgaz Fernández
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